sábado, 17 de diciembre de 2011

"MISSION IMPOSSIBLE: PROTOCOLO FANTASMA": Una franquicia de Tom Cruise

Si tuviese que definir "Mission: Impossible", diría que es una franquicia de Tom Cruise, con lo bueno y lo malo que ello implica. Lo bueno, que el celebérrimo actor, productor y alma mater de la saga, se ha preocupado con acierto de que cada título trate de conservar el concepto "montaña rusa", en cuanto a acción non stop, que garantiza un sano entretenimiento. En este sentido, hay que reconocer que Cruise ha sabido reconvertir la famosa serie de TV en un nuevo y más moderno James Bond, en el que el agente Ethan Hunt se enfrentará a supervillanos, armado de gadgets tecnológicos y, al final, salvará al mundo, lo cual no nos engañemos, siempre mola al público.



Lo malo es que el bueno de Tom, en su afán hipercontrolador, del que ya despotricó a gusto Brian de Palma tras dirigir la primera y mejor de las entregas, se afana por hacer filmes en los que su omnipresencia, tanto en pantalla como fuera de ella, hacen que las cintas terminen por ser, sobre todo lo demás, un vehículo egocéntrico de muy excesivo lucimiento personal. Así, todo lo que ocurre en Mission Impossible pasa por Cruise. Desde la elección de guionistas, directores, actores, etc... hasta la propia escritura del guión y puesta en escena del filme, en la que se reserva una presencia tan constante como narcisista, lo cual, no obstante, puede ser hasta fantástico si coincides con su perspectiva de entretenimiento y suspiras cada vez que luce torso, palmito y gesto, pese a las arrugas y los tacos cumplidos.


Este "Protocolo Fantasma", la cuarta producción de la franquicia, posee claro está estas características, buenas y malas. Así, pese a que el guión es el quizás menos lucido de todos, el realizador Brad Bird sabe sobreponerse a él y anudar un buen puñado de secuencias de acción que no defraudarán al público que busque pasar un rato netamente palomitero. En este sentido, el realizador de las animadas "Ratatouille" o "Los increibles", aprueba con nota su particular examen de hacer películas con personajes de carne y hueso. Él es quien ha sabido dimensionar este guión de un Bond rancio y más que mediocre, y convertirlo en un producto que pese a su previsibilidad y largo metraje, no aburre. 


Y es que, haciendo leña del árbol caido, el libreto parece sacado del viejo cajón de los proyectos olvidados, por acertadas razones, hace años. Es netamente ochentero. Nos propone un escenario actual de improbable guerra fría entre rusos y americanos; con la amenaza de una guerra nuclear de por medio, y delirios filoyankis reganianos tan recalcitrantes como hacer estallar, nada menos que el Kremlim. 


Así pues, la que ahora se estrena no es, claro está, la Mission Impossible de la serie. Tampoco tiene la coralidad, imaginación visual y giros de guión de la primera entrega. Ni juguetea con el espectador como lo hacía la dirigida por J.J. Abrams, que aquí solo pone pasta y ninguna idea. Es un título que, ante todo, acusa notablemente ser ya el número cuatro, con la reiteración de clichés y viejas fórmulas que va evidenciando la carencia de ideas. Sin embargo, en buena medida una inusual presencia de sentido del humor, la labor en los aspectos técnicos de dirección, además de una estupenda música de Michael Giacchino, la convierten en un honesto producto evasivo, afortunadamente alejado de la soporífera entrega de firmó John Woo, cuya innegable maestría fue devorada por el ego creativo de un Cruise siempre empeñado en autoelevarse a la categoría de mito del género de acción.

By Harry Callahan

NOTA: 7/10

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TÍTULO ORIGINAL: Mission:Impossible-Ghost Protocol


domingo, 11 de diciembre de 2011

"LA CONSPIRACIÓN": cine histórico más allá del mero entretenimiento

Dos argumentos se han esgrimido beligerantes contra esta última realización de Robert Redford. De un lado, su indisimulada militancia. Concretamente, se ha tildado al filme de ser una metáfora excesivamente didáctica sobre la América post 11 de Septiembre, esa que apela a la razón de estado para pisotear los derechos más elementales y que mantiene abiertos aún limbos de injusticia como Guantánamo. 

Obviamente, Redford es un personaje conocido por su activismo social, el cual por otra parte cultiva sin sonrojarse, ni ocultarlo. Lo evidencia su vida personal, en la que ejerce de demócrata convencido; y también su actividad como cineasta. Así, en este último terreno, en su carrera, primero como actor y luego como realizador, se ha caracterizado por elegir proyectos (cada vez que ha podido o le han dejado) con intenciones más allá del mero entretenimiento. Así lo constata, su participación en filmes como "La jauría humana", "El candidato, "Todos los hombres del presidente", "Brubaker", "Quiz Show" o "Leones por Corderos". En todos ellos pueden apreciarse, nítidamente, la constancia de elementos temáticos comunes tales como: el hombre frente al sistema, la confrontación dialéctica de los ideales contra el pragmatismo, las aludidas razones de estado, la manipulación y el engaño puestos al servicio de un fin presuntamente más loable, los principios y los valores (o la ausencia de éstos) como definidores de quienes somos, y el poder de presión de la masa y su voracidad cuando se desboca. Todos estos temas, vuelven a estar obviamente presentes en "La Conspiración".


Hay que señalar que muchas de estas cintas, por las historias que contaban, eran contextualizables en la actualidad coetánea a su estreno (coincidente o no con la data cronológica de su argumento) y no por ello esta característica suponía una mácula, sino más bien todo lo contrario. En "La conspiración", es innegable que se pueden trazar paralelismos con el cuestionamiento que en los EEUU se viene haciendo de los derechos fundamentales en pos de la lucha contra el terrorismo. Sin embargo, creo que definir esta película como sólo eso es ser tremendamente miope. Y ello porque la historia que se narra tiene una entidad propia, que la hace acreedora de ser contada. Sinceramente, si Redford quisiera haber hablado de la política restrictiva de libertades y garantías de la era Bush (y su herencia actual), lo hubiera perfectamente hecho con una historia contemporánea. En este sentido, el realizador de "Gente corriente", si algo se ha ganado hoy por hoy, es su condición de independiente.


Así las cosas, con un interés histórico y de denuncia, en nada inferior al que guió a Jim Sheridan cuando puso en imágenes la historia de los cuatro de Guildford en "En el nombre de el padre", Robert Redford rescata para muchos que la desconocían, la historia del jurídicamente aberrante proceso a Mary Surrat, acusada de conspirar para asesinar al presidente Lincoln. Y ello en el marco de propósitos de la productora The American Film Company, fundada con la intención de recrear para la gran pantalla hechos de la Historia de los EEUU que jamás debieran olvidarse, y que debuta precisamente con esta película, toda una manifiesta declaración de intenciones. 


Pero, con independencia de ello, la cinta, además, es también un filme de juicios en la acepción más ortodoxa del término, en el que la gran virtud de su realizador ha sido la de superar la barrera del hecho históricamente conocido, para, aún así, conservar la intriga y tensión, e incluso sorprendernos en los habituales giros finales de las películas de este subgénero fílmico. 
Y es, además, un fresco histórico que retrata un convulso instante de la historia americana, el final de la guerra de secesión, en el que destaco un cuidadísimo diseño de producción, en inobjetable armonia con su esmerado vestuario y la preciosista fotografía de Newton Thomas Sigel. Todo ello orquestado por un Redford cada vez más clásico, con un maestro ojo para la puesta en escena y la composición de unos planos dotados de la aritmética y profundidad perfectas. Y con una previsible (pero no por ello menos envidiable) buena mano en la dirección de actores, de los que sabe extraer interpretaciones más que notorias. En este aspecto James McAvoy y, especialmente, Robin Wright están soberbios.
Todo lo cual me conduce a detenerme, finalmente, en la segunda de las críticas que se hace a "La Conspiración" y que es la de ser academicamente perfecta, pero carente de toda emoción. Disiento también ostensiblemente en este aspecto, pues la cinta, amén de estar brillantemente dialogada, con momentos dialécticos más que inspirados (tanto fuera como dentro de la corte juicial) sabe igualmente denunciar sin panfletarismo, sin didactismo de colegio (lo que nunca debe confundirse con frialdad); y, dramaticamente, nos va conduciendo a una media hora final (incluidos los textos explicativos de los créditos) que, definitivamente, nos terminan por dejar clavados de una pieza en la butaca.

By Harry Callahan

NOTA: 8,5/10


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TÍTULO ORIGINAL: "The Conspirator"



DATOS ADICIONALES: http://www.imdb.com/title/tt0968264/

SOBRE LA MÚSICA DEL PODCAST: http://www.jamendo.com/es/track/786450

domingo, 4 de diciembre de 2011

"THE YELLOW SEA: El Michael Mann asiático

Siempre tomo cautela cuando el nombre de un hasta entonces desconocido director viene precedido por "es el nuevo tal o cual", en comparación alusiva a otro colega, mundialmente conocido, al que los avezados distribuidores tratan de comparar en un nada disimulado intento de arrimar espectadores a la taquilla. 

En este caso, de Na Hong-jin se ha dicho que es el nuevo Michael Mann, o el Michael Mann asiático. Y he de reconocer que, pese a lo dicho y aunque solo sea por una vez, los encargados de vender sus trabajos, no andan del todo desencaminados.
A Na Hong-jin y al creador de "Corrupción de Miami", le unen la fascinación por los trabajos sólidamente fotografiados, con montajes que se engranan a la perfección. Y ambos, son visionarios renovadores del género negro más urbano. Dejo a trás filmes más o menos anecdóticos como "Ali" o "El último Mohicano", para referirme, en este sentido, claro está, al mejor Michael Mann, por el que siento particular filia, el que creó la serie "Corrupción en Miami" o el que rodó "Collateral" o su gran obra maestra "Heat". En referencia a él, efectivamente, el autor coreano de esta "The Yellow Sea" si que puede presumir de coincidir en su habilidad para la narración del thriller más actual, descarnado y seco.



Y es que, si en su anterior trabajo, "The Chaser", Na Hong-jin ya exhibía apreciables dotes y aptitudes, planteando un sorpresivo filme de género que evolucionaba espídicamente, a golpe de giros imprevisibles, y exhibiendo una violencia y una acción tan contundentes como magistralmente rodadas; en esta nueva cinta, todos esos elementos se perfeccionan más si cabe, pasándose de un filme debutante concebido para llamar la atención, a una cinta que rezuma madurez y hasta maestría, hecho que se patentiza en la perfecta moderación de los tempos narrativos y en la eliminación de las tramas de todo aquello que pueda resultar más cogido con hilvanes (algo que en "The Chaser", esto último, si que ocurría, aunque no descarto que fuese hasta deliberado). 



Así y siguiendo con las comparativas, "The Yellow Sea" sería el "Heat" de Na Hong-jin. Un filme en el que su creador ha volcado todo cuanto sabe y quiere contar, sin cortapisas, ni en la longitud del metraje, ni en lo que ha querido poner en pantalla. Aquí destaco la escenificación que se hace de la violencia: sencillamente brutal, desbocada, hiperfísica y sangrienta, primitiva; o de la acción, del todo adrenalínica, de la que te agarra a la butaca dejándote clavado. Y todo ello a lo largo de dos horas y mucho que se hacen muy poco. 



Pero lo que quizás separe a Na Hong-jin de Michael Mann es su gusto por acentuar socialmente las tramas, situándolas en contextos sobre los que llama la atención y que son, un protagonista más, por cuanto determinan y desencadenan mucho de lo que ocurre en la historia. De hecho, "The Yellow Sea" tiene potentes elementos de drama, que aquí se dibuja en la radiografía precisamente exhibida de como viven parias como el protagonista en la frontera entre Rusia, China y Corea.



El único inconveniente de "The Yellow Sea", en su deseable intento de conquistar el mercado occidental, es precisamente su procedencia asiática. Sin duda alguna, si la película se hubiese producido en Hollywood, a estas horas ya se estaría adorando a Na Hong-jin como el descomunal realizador que es. Sin embargo, el cine de ojos rasgados nos sigue quedando muy lejos, por muchos premios y reconocimientos que coseche en festivales como Cannes o Sitges. La prueba es que a esta fabulosa película, en nuestro país, ha costado encontrarle distribución, pese a además haber reventado, hace más de un año, las taquillas en su país de origen, Corea del Sur.

by Harry Callahan

9/10

TÍTULO ORIGINAL: Hwanghae 



sábado, 26 de noviembre de 2011

"UN MÉTODO PELIGROSO": A grandes expectativas, grandes decepciones

Curiosamente, comparten cartelera estos días dos cintas cuyos argumentos gravitan sobre la misma idea, aunque con obvias variaciones. Se trata de "Un Dios salvaje" y esta "Un método peligroso". Ambas tratan de escudriñar la verdadera naturaleza del ser humano, cuales son nuestros instintos y pasiones, y como nos afanamos en sublimarlos y reprimirnos para tratar de marcar distancias con los animales. El objetivo parece ser el mismo, sin embargo, los vehículos elegidos y los resultados son palmariamente diferentes. 

Una historia de amor demasiadas veces vista

Así, si la película de Polanski aprueba con nota el nada baladí trance de trasponer en imágenes la obra de teatro de Yazmina Reza, radiografiando con mordacidad lisérgica lo que somos aunque nos empeñemos en negarlo, no ocurre lo mismo con la última propuesta del canadiense David Cronenberg, que se me antoja a ratos contados interesante, pero a la postre fallida, por cuanto trata de mezclar dos troncos argumentales que no terminan de empastar.

Mortensen, lo mejor de la película

Y es que, de una parte, "Un método peligroso" plantea una más o menos clásica historia de amor "de época", con convencionalismos y reglas que violentar, y remordimientos y culpabilidades que al final envenenarán la relación, condenando a sus protagonistas a la infelicidad. De otra parte, todo ello se ambienta en los momentos históricos de triunfo de las teorías psicoanalistas de Freud que, no obstante, pugnarán con las de uno de sus epígonos coetaneos, en este caso, con las de Carl Jung, que las trata de matizar, en buena medida a consecuencia de sus experiencias vitales, ampliando su espectro a terrenos siempre negados por el celebérrimo psiquiatra austríaco.
Ambas intencionalidades narrativas, nacen, la primera, la de la historia de amor, de la novela "A Most Dangerous Method", de John Kerr; y la segunda, la centrada en la confrontación dialéctica entre Freud y Jung, de la obra teatral "The Talking Cure", del cineasta y escritor Christopher Hampton, que además oficia de guionista de la película, y al que, en buena medida pues habré de echar la culpa de lo que, principalmente, me falla en el filme: la historia que me cuenta. 

El canadiense David Cronenberg, realizador del filme

Y es que Hampton, aún versado en esta clase de trabajos (es el autor de libretos como el de "Las amistades peligrosas", "Expiación" o "Carrington"), no consigue, como apuntaba antes, armonizar ambas tramas y mostrar con brillantez la simbiosis y causalidad, hipotéticamente existente, entre la historia de amor y la evolución que sufre el pensamiento del doctor Jung en su contraste con el freudiano.
Porque, entre otras cosas, la historia de amor, además de mil veces vista, está carente de pellizco, de pasión e intensidades, por mucho que una histrioniquísima Kiera Knightley se empeñe en enfatizar, con un despliegue gestual del que sentiría orgulloso el más desbocado de los Jack Nicholson. Si se trata de asomarse a las peligrosos afectos que pueden desencadenarse en la esfera paciente-médico, propondría a Hampton, a Cronenberg y al espectador que echasen un vistazo a la estupenda serie de TV de la HBO "In Treatmen", donde el asunto se desgrana de un modo más diáfano e incisivo que aquí.
Y en las conforntaciones, tanto epistolares como vis a vis, que se suceden a lo largo del filme entre Freud y Jung, echo a faltar brillantez, agudeza y a la par, sencillez en los diálogos, que parecen, a ratos, estar criptografiados solo para versados en psiquiatría. No obstante, quizás en estos concretos pasajes dialécticos, es en donde la película capta más interés, sobre todo gracias al últimamente actor fetiche de Cronenberg, Viggo Mortensen, que consigue empacar una encarnación del tópicamente llamado padre del psicoanálisis tan eficaz como atractiva.

Keira Knightley, un recital de histrionismo

Además, puestos a buscar y no encontrar elementos que presupongo hallaría en una cinta del autor de "Inseparables" o "Crash", me sorprende la ausencia de retorcimiento y oscuridad, tanto en lo que se cuenta como en el modo en que se cuenta, pues pese a todo el trasunto del psicoanálisis y lo jugoso que ello podría resultar en manos de Cronenberg, me sorprende, por ejemplo, la inexistencia de audacia visual y lo excesivamente simple y rudimentario del look final de un producto en que falta huella de autor. 
Así las cosas y puestos a recomendar el visionado de trabajos más afortunados, hacer lo propio con "Tierras de penumbra", quizás mi película favorita de Richard Attemborough, en la que historia de amor y evolución, por su casua, de la filosofía vital del protagonista, si que resultaban extraordinaramente bien narradas, en boca además de unos protagonistas (Anthony Hopkins y Debra Winger), que desencadenan unos diálogos, estos sí, tan agudos como arrebatadores.

By Harry Callahan

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TÍTULO ORIGINAL: "A Dangerous Method"
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domingo, 20 de noviembre de 2011

"UN DIOS SALVAJE": Cáustica mirada a lo que somos y negamos ser

Yasmina Reza no podía haber encontrado mejor compañero de viaje, para la adaptación de su obra de teatro "Carnage", que Roman Polanski. La autora francesa, que ya se asomó a la naturaleza del ser humano en su celebrada obra "Arte", posee el mismo bisturí sociológico, buena parte del descreimiento existencial y un mucho del humor sardónico y oscuro que, perfectamente, se le puede imputar al autor de la reciente "El escritor". Buena prueba de esta sincronía de planteamientos vitales y creativos es que, no solo Polanski dirige este "Un Dios Salvaje", sino que también ha coescrito con Reza el libreto que sirve de base al filme.
Este matrimonio creativo, mejor avenido por suerte que los retratados en la obra, ha parido una adaptación extraordinariamente fiel al relato teatral, del que preserva su esencia y mordaz intención, que no es otra que escudriñar malsanamente en lo que realmente somos y en lo que nos esforzamos en aparentar ser.

El casting protagonista, en estado de gracia

Con las tintas cargadas de incorrección política y mala baba psicosocial, Reza y Polanski nos proponen una lúcida y demoledora disección de todas las parafernalias, convenciones y tópicos con que nos armamos para relacionarnos con aquellos con los que nos topamos día a día y con los que convivimos estrechamente, para tratar de evitar que salga a flote lo que realmente somos en última instancia: hijos de un Dios salvaje, egoísta y primitivo.
Y para ese empeño, aquí, como en la obra de teatro, el vehículo usado es tan arriesgado como efectivo: un sentido del humor tan negro y ácido como empático con el espectador, que se divierte, sin vergüenza, al reconocerse (o reconocer a quienes conoce), en los personajes protagónicos que tratan de sobrevivir a un festival de comentarios, diatribas y dardos tan envenenados como plenos de autenticidad y verismo, en esta metafórica carnicería (que es como se titulan película y obra de teatro originalmente).

Polanski dirigiendo a sus actores

Con todo ello, y por si no fuera poco, lo que mas me ha ganado del filme es que sabe escapar con soltura de los corsés que casi siempre amordazan el paso de la obra teatral a la pantalla de cine, dando como resultado que lo que vea el espectador no sea otra cosa que teatro filmado. Aquí no, la gran aportación de Polanski y de su innegable buen hacer como cineasta, es dimensionar el relato en coordenadas cinematográficas, apoyándose para ello en una diversidad de planos, puntos de vista fotográficos y montaje, que agilizan y nos hacen olvidar que todo transcurre entre cuatro paredes y entre cuatro personajes que no cesan de hablar.
Para el final me dejo lo obvio: que la guinda del pastel es haber contado con un elenco actoral difícilmente superable, aunque esto sea un lugar común de todas las críticas que sobre la película se viene haciendo. Pero es que Jodie Foster, John C. Reilly, Christoph Waltz y Kate Winslet están precisos, convincentes, reales, perfectos, cada uno en su arquetipo, en su misión de irse pelando las capas de impostura e hipocresía, para descubrirnos lo que realmente pensamos y no decimos, lo que verdaderamente haríamos y nos contenemos; lo que, en suma, somos y nos empeñamos en negar. 

By Harry Callahan

NOTA: 8,5/10


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TÍTULO ORIGINAL: "Carnage"
DATOS ADICIONALES: http://www.imdb.es/title/tt1692486/
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domingo, 13 de noviembre de 2011

"UN GOLPE DE ALTURA": ¿Puede un mono hacer relojes?

Si pones a Brett Ratner, autor de la trilogía de “Hora Punta”, a hacer una comedia de acción con poso social, sale ésto: una tontería cuya trama tiene más agujeros que un queso gruyere, con unas elipses tan absurdas como inexplicadas, y que no termina de funcionar bien, ni como peli de robos, ni como comedia. 
Además, el casting no empatiza, no empasta. Por él se pasea un tristísimo Mathew Broderick, sombra de lo que un día fue. Por contra, Ben Stiller va sobradísimo, pasándose de rosca al tomarse la cinta mucho más en serio de lo que debiera. Lo único salvable: un recuperado Eddie Murphy, paradójicamente, que no le da tiempo a cargarme; Tea Leoni borracha, absolutamente impagable; algunas escenas del robo que consiguen darme vértigo (aunque servidor se marea subido a una banqueta); y la música de Christophe Beck, un compositor habitual de este tipo de filmes, homenajeando a los scores de las pelis de robos de los 70. Pero ya digo, tampoco le puedes pedir a un mono que haga relojes... 

By Harry Callahan 

NOTA: 4/10 


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TÍTULO ORIGINAL: “Tower Heist” 
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sábado, 5 de noviembre de 2011

"TÍMIDOS ANÓNIMOS": Un delicioso bombón artesanal

Hay comedias que poseen un toque especial, que las hace diferentes. No tienen porqué ser obras maestras, ni acreedoras de galardones múltiples en festivales. Sin embargo, cuando las vemos, parece que nos reconcilian con el mundo. Poseen, en este sentido, una entrañabilidad que elude con habilidad la ñoñería. No obstante, también saben cómo mirar dentro del alma humana. Y lo hacen con una sensibilidad, afortunadamente, nada sensiblera. 

Opuestas a la ordinariez, el chascarrillo grueso y la escatología que puebla la actual comedia norteamericana, el tipo de cinta del que hablo es sutil, con gags sencillos y brillantes de la antigua escuela, y acertada en apostar todo su capital a líneas de guión rebosantes de autenticidad, e interpretaciones apegadas a la naturalidad más cotidiana. 
“Tímidos anónimos” es este tipo de película, que tan bien saben hacer los franceses, de vez en cuando. Una comedia que ofrece un estupendo rato de cine y que garantiza la sonrisa en los labios, y una sensación, cuando se enciende la luz de la sala, de que la vida, como diría aquel, puede ser maravillosa. 
Y es que, su director y coguionista, Jean-Pierre Améris, sabe definitivamente como llegar al espectador. La clave: trasladarnos vivencias comunes, situaciones reconocibles, con las que empatizamos de la mejor de las maneras. Para ello, como la mayoría de los buenos narradores, Améris ha acudido a sus propias experiencias vitales. El argumento de la película gira en torno a personas tímidas y emotivas, y sus atroces dificultades para enfrentarse al mundo, a los demás y a las relaciones íntimas. Y de esto el realizador galo confiesa saber demasiado, pues el mismo podría ser cualquiera de los protagonistas. De hecho, la frase que se dice en la película “…mientras no nos pase nada...”, la solía pronunciar a menudo su padre; y además no le duelen prendas al reconocer haber estado en uno de esos grupos de autoayuda que aparecen en la cinta. 
Pero además de la historia, y de cómo se cuenta, el otro gran sostén de esta sanísima comedia, como anticipaba antes, son sus intérpretes protagónicos Benoît Poelvoorde e Isabelle Carré, en estado de gracia, absolutamente maravillosos e irrepetibles en las encarnaciones de sendos tímidos de atar, a los que el azar, el destino o la Diosa fortuna unirá por obra y gracia del cacao. En este punto, es fácil decir que “Tímidos anónimos” es un bombón, pues la historia transcurre en una pequeña fábrica de estos deliciosos chocolates, pero es, honestamente, cierto. Si bien, como ocurre en la propia cinta, hablamos de una delicada, deliciosa y nada industrial delicatesen, elaborada con las mejores artes y la más deseable sencillez artesanal. 

By Harry Callahan 

NOTA: 7,5/10 


ESCUCHA ESTA CRÍTICA EN PODCAST: https://dl.dropboxusercontent.com/u/224337446/criticatimidosanonimos.mp3

TÍTULO ORIGINAL: “Les émotifs anonymes” 



DATOS ADICIONALES: http://www.imdb.es/title/tt1565958/

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sábado, 29 de octubre de 2011

"LAS AVENTURAS DE TINTÍN: EL SECRETO DEL UNICORNIO": El Indiana Jones que le gustó a Hergé


Cuentan que después de que Hergé, el creador de Tintín, se lo pasara pipa viendo “Indiana Jones en busca del Arca perdida”, se apresuró a telefonear a su director Steven Spielberg y le dijo que, sin duda alguna, el realizador de “E.T.” era el que mejor podía llevar a la gran pantalla las andanzas del inconfundible niño reportero del flequillo. Pese a que Spielberg adquiriría casi a renglón seguido los derechos de los cómics  desafortunadamente, el historietista belga se quedaría con las ganas de ver el resultado, pues moriría muy al poco, y no ha sido hasta casi treinta años después que aquel desiderátum se ha convertido en realidad. 



Hincando el diente a la cinta, lo primero que hay que decir es que muy probablemente lo que le gustó a Hergé de aquel Indiana Jones fueron precisamente los lugares comunes que guardaba respecto de sus cómics: entre otros, el gusto por la aventura clásica del cine de los 40, el slapstick del cine mudo y un sentido lúdico sin otros límites que los que la imaginación fuera capaz de poner, esto es, prácticamente ninguno. En ese sentido, el círculo se cierra ahora respecto a la anécdota que antes decía pues “Las aventuras de Tintín: El Secreto del Unicornio” no es más que una reinvención de la saga de Indiana Jones, a día de hoy absolutamente caducada después del tremendo fiasco que supuso la última y muy postrimera entrega. 



Desde esta óptica hay que decir que del envite, Spielberg ha salido más que triunfador, pues todo el que se aproxime a estas aventuras de Tintín con ojos desprejuiciados, se descubrirá a si mismo, a los pocos instantes, gozando cual chaval en una matiné de sábado. A ello contribuye de modo definitivo la decisión de convertir el proyecto en un filme de animación, el primero que acomete su director. Esto ha puesto en manos del realizador de “Tiburón” un juguete con el que dar rienda suelta a su creatividad más desenfrenada, permitiéndole poner en imágenes un sin número de efectos, planos, secuencias, montajes paralelos y otros recursos fílmicos, que en una película de imagen real hubiera resultado tremendamente caro o materialmente imposible. Master pieces como la secuencia de la persecución por las calles de la imaginaria ciudad norteafricana, o el abordaje del unicornio por el barco pirata así lo corroboran. 

Spielberg y Jackson dan indicaciones a Bell y Serkis

Sin embargo, en la propia animación posee quizás este Tintín su talón de Aquiles, pues si bien es bastante notable el nivel de perfeccionamiento de la técnica usada de performance capture (rodar con actores reales enfundados en trajes con sensores para captar el movimiento), aún esta tecnología no consigue hacernos olvidar que estamos en presencia de una animación, lo que en determinados instantes nos deja en un a medio camino entre la cinta de dibujos animados clásica y el filme de personajes de carne y hueso. 

¿Peter Hernández y Steven Fernández?

También eché de menos en el score compuesto por ese genio, afortunadamente aún vivo, que es John Willimas, un leit motiv musical con el que identificar ya para siempre las andanzas de Haddock, Tintín y Milú. No obstante, ellos no son más que unas insignificantes y hasta cicateras pegas a la vista de un conjunto notoriamente irreprochable, en el que nuevamente el autor de “Parque Jurásico” da una lección en cada fotograma de cómo combinar en idílica perfección humor, aventuras y acción con el empaque y la sencillez más clásicas y la disfrutabilidad más ansiada por el público que busque un cine sin dobleces, orgullosamente evasivo. 

By Harry Callahan 

NOTA: 9/10 

ESCUCHA ESTA CRÍTICA EN PODCAST CON EXTRAS: https://dl.dropboxusercontent.com/u/224337446/tintinpodcastcriticafinal.mp3


TÍTULO ORIGINAL: “The Adventures of Tintin: The Secret Of The Unicorn” 



DATOS ADICIONALES: http://www.imdb.es/title/tt0983193/

SOBRE LA MÚSICA DEL PODCAST: http://www.jamendo.com/es/track/732520

jueves, 27 de octubre de 2011

"MARGIN CALL": Gangsters de cuello blanco

“Margin Call” es en esencia un thriller, una película de atracos contada casi en tiempo real. La única diferencia es que aquí los ladrones no llevan pasamontañas, ni amenazan con matar a punta de pistola, sino que van encorbatados y utilizan como arma la ingeniería financiera para igualmente llevársenos la pasta. De hecho, más que un banco de inversión la corporación del filme (una indisimulada sosías de Lehman Brothers) es ciertamente un sindicato mafioso, con su capo al frente (un impresionante Jeremy Irons), con sicarios que en lugar de matar, despiden, y con el célebre lema gansteril “no es personal, son negocios” por corolario que todo justifica. 

Además, como en toda buena banda de gangsters, a medida que transcurren los años en ella y se asciende en el escalafón, más se deshumaniza el alma, se desprecia cualquier clase de límites morales, y más se vende la existencia al Diablo que lo quiere todo y que te dejará sin nada si te interpones o pretendes tener algo tan sencillo como una vida al margen. 
Enfatizando cuanto digo, el atraco que cronologiza la película del inspirado debutante J. C. Chandor, responsable también de su brillante guión, se hace con premeditación y tiene lugar, como los buenos robos, embozados en la nocturnidad, metafóricamente fotografiada en la semi penumbra en la que actúan los personajes en la oficina, cuando ya no hay nadie. 
Y como si todo ello no justificase ya de por si el visionado de “Margin Call”, la cinta está cuajada de inspiradas metáforas como la del abismo en la azotea, o el sonido de la pala enterrando sobre los títulos de crédito finales. Y está construida sobre la base de diálogos escritos con incisión expeditiva, con intención pero sin panfletarismo, y además dotados de una brutal verosimilitud a la que contribuye como guinda un casting de actores al que no cabe oponer pero alguno. Kevin Spacey, Zachary Quinto, Paul Bettany, Simon Baker, Demi Moore o Stanley Tucci, están sinceramente brillantes, y sobresaliente, insisto, un Jeremy Irons felizmente recuperado para el cine con mayúsculas, después de los excesivos trabajos alimenticios encadenados en los últimos años. 
De este modo, “Margin Call” se erige en un filme diseccionador del alma del capitalismo que recuerda a la estupendamente escrita por David Mamet “Glengarry, Glen Ross” y que resulta tan imprescindible como “Inside Job”, para que no nos la den con queso a la hora de entender el porqué de la crisis que nos ha tocado sufrir.

by Harry Callahan

NOTA: 8/10

TÍTULO ORIGINAL: "Margin Call"


ESCUCHA ESTA CRÍTICA EN PODCAST CON EXTRAS: https://dl.dropboxusercontent.com/u/224337446/Margin%20Call%20Critica.mp3



DATOS ADICIONALEShttp://www.imdb.com/title/tt1615147/

SOBRE LA MÚSICA DEL PODCAST: http://www.jamendo.com/es/track/732519

sábado, 8 de octubre de 2011

"INTRUDERS": Una película de M. Night Fresnadillo

Me gustan las cintas de género. Creo además que, en una cinematografía como la nuestra, este tipo de filmes contribuyen definitivamente a crear industria. Alabo además el gusto y el riesgo que toman quienes apuestan por películas como “Intruders” que por factura, casting y ambición, perfectamente pueden competir de tú a tú con cualquier producto hollywoodiense. 


Además, me gusta que puestos a buscar inspiración se haga en los que mejor manejan los resortes del fantástico, el terror y el suspense. O mejor aún, en quien más inteligentemente sabe conjugar el moderno ABC de este tipo de películas. Me refiero al no siempre bien interpretado pero innegablemente genial en estas lides M. Night Shyamalan. 

Y es que “Intruders”, debe mucho al modo de hacer cine del realizador de origen indio. Así, guionísticamente, son innegables los parentescos entre la cinta de Fresnadillo y títulos como “El sexto sentido” o “El protegido”, en donde los hechos se van sucediendo paulatinamente hasta desembocar en un climax explicativo que da un sorpresivo giro de tuerca con la pretensión de asombrar a la platea. También a la filmografía de Shyamalan se asemeja “Intruders” en el uso de personajes y sus psicologías, con preponderante presencia de niños y sus padres, en el seno de familias digamos que desafinadas. 

No obstante, el realizador canario Juan Carlos Fresnadillo no es M. Night Shyamalan y, aunque desde el punto de vista sobre todo plástico, hay que reconocer cierta huella de autor, en esta su última cinta anda corto de pegada, de chispa que haga embeberte en la historia. Falta esos momentos en los que se te hiele el sudor y erice el bello. Esos momentos de suspense y terror que te hagan querer no mirar, no porque lo que se cuente esté inundado en vísceras y hemoglobina, sino porque es tal la tensión y la mimetización con los personajes que sufres con ellos como si hubieses traspasado la pantalla. 

Y es que en esos terrenos el realizador de “El Bosque” se las pinta inimitablemente, conjugando los tres más básicos elementos de la narración fílmica: imagen, montaje y silencios/música, de un modo difícilmente alcanzable, con la salvedad de tipos como Amenábar que con, por ejemplo, la por otro lado muy shyamalaniana “Los Otros”, sí que consiguió tenernos a todos con el corazón en un puño. 

En el debe de “Intruders” también coloco el hecho de que exige demasiado del espectador a la hora de encontrar explicaciones de porque ocurren ciertas cosas, algunas de ellas capitales en el desenlace y final de las historias paralelas que tejen la película. Y ello no porque no existan piezas suficientes para completar el puzle, sino porque nada costaba evidenciar las cosas con algo mayor claridad. 

No obstante, la última realización del autor de otros filmes más afortunados como su debut “Intacto”, no es para nada despreciable, pues a la postre consigue ser un entretenimiento que mantiene el interés del espectador al que, a excepción de algunas trampas excusables propias del género, Fresnadillo trata con respeto, le presume inteligente y le propone un producto de calidad y altura muy superior incluso a la media made in USA, lo que evidencia que algo se mueve y hacia horizontes mejores en nuestro cine patrio. 

By Harry Callahan 

NOTA: 7/10 
TÍTULO ORIGINAL: “Intruders” 
DATOS ADICIONALES: http://www.imdb.com/title/tt1634121/
SOBRE LA MÚSICA DE ESTE PODCAST: http://www.jamendo.com/es/track/732498

domingo, 25 de septiembre de 2011

"NO HABRÁ PAZ PARA LOS MALVADOS": No es cine español, afortunadamente

“No habrá paz para los malvados”, definitivamente, no es cine español. Me explico. No es un lacrimógeno dramón sobre nuestra (revisitada hasta el hartazgo) Guerra Civil. Tampoco es una comedia pretendidamente romántica y urbanita, protagonizada por las ñoñas caras televisivas del momento. Ni es un petardo erótico de esos que gustan perpetrar en ocasiones los enfáticos hasta la compulsión Vicente Aranda y Bigas Luna. No, definitivamente, lo último del vasco Enrique Urbizu no es este tipo de películas que parecen representarnos siempre. Afortunadamente, como diría aquel, otro cine español es posible. Uno, el de género, que no pretende otra cosa que entretener, utilizando una herramienta tan simple como certera, el trabajo bien hecho, sin concesiones, ni reclamos.

Y es que, en este sentido, el realizador de la modélica “La caja 507”, parece haberle cogido el tranquillo, desde hace años, al thriller, al policíaco de libro; que ha ido perfeccionando, filme a filme, desde aquella falible pero denotativa, en cuanto a intenciones, “Todo por la pasta”. A la par, Urbizu, con el paso de los títulos ha ido perdiendo artificio y exceso, y ganando en sequedad y concreción, aspectos siempre elogiables en la narración negra y en quien está radicalmente centrado en lo que realmente importa al que se sienta en la butaca: la historia, cómo contarla y quienes la cuentan.

Desde este punto de vista, “No habrá paz…” es modélica. En lo que a cómo contar lo que pasa (que es mucho), todo en la cinta existe y converge hacia un solo fin, perseguido con fruición ejemplar: ir desgranando la trama, hacer avanzar la narración y convertir a los espectadores en auténticos detectives que, pista a pista, van resolviendo un enrocado rompecabezas (nada simple de contar) sin desvelar ni dar mascado más de lo necesario. Con ello la intriga pica y engancha al espectador curioso ávido de ver que hay al final del hilo, dentro de la intrincada madeja.

Y en lo concerniente a quienes cuentan la historia, habría que hablar de un casting cuajado de ajustados y más que idóneos actores y actrices, que dan vida a un prolijo pero necesario collage de personajes. No obstante, al hablar de nombres propios dos están cantados. El primero es el de Helena Miquel, la cantante del grupo Facto Delafé y Las Flores Azules, que se descubre con la avispada encarnación de una jueza absolutamente veraz, tan expeditiva en el verbo, como comedida en las formas y nada frágil o carente de determinación, pese a sus innegable iniciales apariencias. Revelador, por cierto, es el uso que de su personaje se hace para destapar sonrrojantes fallas en el sistema.

Y, claro está, el otro nombre propio sería el de José Coronado, que ya busca hueco en casa para su Goya, y que en esta nueva colaboración con Urbizu, construye un personaje caramelo para cualquier actor, pero al que, ojo, hay que dotar de impronta, carácter y presencia física en la pantalla, retos todos superados con nota y sin caer en el fácil pecado del histrionismo. Lo único que echo a faltar en este papel de malísimo en redención (y no es mácula de Coronado, sino omisión en el libreto) sería quizás haber escudriñado más en su vida antes, en ese tránsito vital de la luz a la más violenta, sucia y autodestructiva oscuridad. Una mancha que no debe enturbiar para nada el conjunto y que se restañaría con el presto rodaje de una imprescindible precuela en la que conozcamos todo lo que intuimos y se atisba del pasado de este autentiquísimo tipo llamado, no por azar, Santos Trinidad.

By Harry Callahan

NOTA: 8/10 



ESCUCHA ESTA CRÍTICA EN PODCAST: http://blip.tv/file/get/Harrycallahan-NOHABRAPAZPARALOSMALDITOS773.mp3

TÍTULO ORIGINAL:
“No habrá paz para los malvados”

TRAILER: http://www.sensacine.com/peliculas/pelicula-182012/trailer-19224530/

WEB OFICIAL: http://www.nohabrapaz.com/

DATOS ADICIONALES: http://www.imdb.com/title/tt1661862/
   


SOBRE LA MÚSICA DEL PODCAST: http://www.jamendo.com/es/track/732503